Viaje a un país sin bolicheros para escribir su ópera ‘prima’

Viaje a un país sin bolicheros para escribir su ópera ‘prima’

Carga con el peso de ser comparado con su prima, la seis veces campeona del mundo Clara Juliana Guerrero. Sin embargo, encara la responsabilidad con mucho profesionalismo.

El campeón sudamericano Miguel Ángel Londoño habló de lo que más le llamó la atención en su primera salida internacional. El primo de Clara Juliana Guerrero escribe su propia historia.

Para Miguel Ángel Londoño llegar a la selección Colombia era un sueño que algún día esperaba acariciar, pues desde niño lo estremecía el solo pensar en portar ese uniforme de los tres colores. Pero no toda alegría es completa: cuando en Cali ganó el selectivo nacional, vinieron las comparaciones con la múltiple campeona mundial, su prima Clara Juliana Guerrero, una presión difícil de manejar.

Sin embargo, está mostrando una fuerza inusitada: apenas está naciendo para el bolo y ya firma sus primeras gestas. En la capital del Valle, destrozó a sus rivales, algunos de ellos locales, que contaron con el apoyo de su público, pero no pudieron hacer nada ante la precisión del joven de Armenia, que aunque es Londoño, viene de la estirpe del guerrero.

Derrotar a los dueños de casa brinda una sensación de poder, él lo comprobó cuando ahogó los gritos de celebración entre los rumores de la salsa de antaño, a cuyo ritmo derribó todos los pines. 

Si el público está en contra, la presión aumenta, pero también el deseo de nadar contra la corriente. Si la sensación en casa es especial, por fuera de las fronteras de Colombia quizás sea mayor, y en Paraguay, sede del Campeonato Suramericano Juvenil Categoría Sub-16, tendría la ocasión de comprobarlo. 

Pero ¿dónde están los bolicheros guaraníes? Hay que buscarlos con lupa, y ni así se pueden hallar. No hay federación de bolos; ¿pero entonces cómo es que les dan un evento de tal tamaño? Cuando llegó a Asunción, encaró sus primeras prácticas y comprobó que no habría contendientes que defendieran aquel patio.

Allí el bowling es ciento por ciento amateur, pues la sangre guaraní históricamente ha dado más para la patada certera propia de su fútbol que para la precisión milimétrica del deporte de las parábolas perfectas.

Pero nunca es tarde; con el cumplimiento de este tipo de competencias, el bolo se acerca al paraguayo, que ve esta disciplina más como una diversión de fin de semana que como lo que realmente es: uno de los deportes más respetados en el mundo.

A Londoño le extrañó aquella situación de verse en un país en el que el certamen pasaba casi inadvertido. Un sudamericano, con todo su nombre escrito con letras de molde, era un evento perdido en medio de la histórica Asunción. 

Al fin y al cabo, por algo de comienza, como cuando en la década de los 70, con la incorporación de estrellas como ‘O Rei’ Pelé metieron a la fuerza el fútbol en Estados Unidos, rematando el proyecto con el desarrollo del mundial en 1994, que coronó al Brasil tetracampeón.

Pero no dejaba de causar curiosidad que nadie defendía la casa, ¿dónde estaban los defensores del Chaco?, ni siquiera un jugador con tiquete de invitado. Eso le llamó mucho la atención, pero más lo hizo el tener que competir en una bolera de dos pisos. Eso nunca lo había visto; pero lo peor de todo era ver cómo aquello afectaba a los jugadores; porque entre juego y juego, debían estar pendientes en qué nivel les tocaba y si debían subir o bajar, tenían también que cargar todas sus bolas, lo que en plena competencia era toda una condena.

Las condiciones cambiaban de manera considerable y los jugadores debían estar listos para lo que vinieran; y qué bien que fue así, pues todas esas piedras en el camino ayudan a forjar el carácter, a que los nervios tengan temple de acero, a sobreponerse ante las adversidades y a actuar según donde se esté, sea arriba o abajo, pero sin perder la esencia de lo que se es. 

Así hubiese o no hubiese paraguayos, eso poco importaba, porque en esta, su primera salida internacional, Miguel Ángel debería superar a Miguel Ángel, aprender a conocerlo, sentir su temperatura; enseñarse a sí mismo qué pasos debía dar para alcanzar sus objetivos. E hizo la tarea muy bien, porque descrestó con su papel en el Chaco, que fue su territorio de caza.

Consiguió cuatro medallas de oro y una de bronce, botín nada despreciable para un novato en la selección que, por ende, se convirtió en el mejor del cono sur del continente. Ahora se alista para un open y para el Campeonato Centroamericano Juvenil Categoría Sub-16, que acogerá República Dominicana.

Si en Cali se supo adaptar al ritmo de la salsa, seguramente en Santo Domingo lo hará al del merengue, la bachata y el dembow. Pero alejado de esos acordes, sus ojos están puestos en su meta y no piensa desviar la mirada, pues no puede fallar, más aún cuando su mano ya agita la pluma con la que escribe su propia historia que empezó con una imborrable ópera ‘prima’.

LA CRONICA DEL QUINDIO