
Tranquilo, con momentos de sonidos melodiosos que inspiran confianza, así es el río De la Vieja en La Tebaida, un afluente con innumerables muertos.

Así describía Fabio Nelson Martínez Cárdenas, mayordomo de la finca Balsora, ubicada a orillas del caudal, quien por 12 años de su vida en el sector, ha visto como más de 10 personas han muerto y desaparecido.
“No puedo decir hasta ahora que he sacado una persona viva del río, mi sobrino y mi cuñado sí han rescatado 3 o 4 bañistas o agricultores con vida, pero yo no”, indicó Martínez Cárdenas.
LA CRÓNICA se trasladó hasta la finca, lugar que históricamente ha sido reportado en los informes de la Policía y de forenses, como el punto de la desaparición de adultos, mujeres y niños.
El sonido del agua, para los turistas, puede ser tranquilizante, hasta arrullador, su velocidad no excede los 10 kilómetros por hora y hay puntos, donde su extensión no supera los 50 metros.
Extensas palizadas ancladas a la mitad de la fuente y las pequeñas playas que se generan alrededor del caudaloso invitan a los habitantes de La Tebaida y del caserío Caicedonia, de Caicedonia, a hacer sus paseos de olla.
“El río no es peligroso, el peligro lo generan los irresponsables que no leen los letreros de precaución, que ven con confianza los charcos para clavar o los que prefieren pasar de lado a lado nadando, porque ven las orillas cerca”, expresó Martínez Cárdenas.
Era más que necesario cuestionarlo si le incomodaba que el nombre de la finca que administraba sea el referente para los desaparecidos y finalmente muertos, pero respondió con una sonrisa y son una voz de calma y de ayuda, casi como la que da el río a los areneros, agricultores y ganaderos que rodean el afluente para su ayuda diaria.
“Para mí es preferible que en los informes de la Policía o del CTI quede el nombre de la finca, así referencian el caso para el Quindío y las familias de las víctimas deben hacer las diligencias para darle el último adiós a sus seres queridos en Armenia y no en Zarzal u otros municipios del Valle del Cauca, donde deben gastar más dinero para poder darle el último adiós a sus muertos, toda vez que si registran el hallazgo al otro lado del río, en el caserío por ejemplo, el cadáver queda geográficamente en ese departamento”, respondió el administrador.
Relató el trabajo que desinteresadamente está dispuesto a realizar cada uno de los integrantes de su familia para ayudar a las personas que caen al río.
“Mi cuñado ayudó hace como 3 o 4 años a sacar a una señora y a su hijo, quienes se fueron al río y sobrevivieron, pero el padre y esposo de esta familia sí murió y así, mi allegado impidió que la tragedia fuera peor. En el caso de mi sobrino, la semana pasada ayudó a sacar del caudal a mi hijo, quien intentó rescatar a su amigo Jhon Jairo Molina Gil, a quien desafortunadamente se lo llevó el agua y él fue visto en el río Cauca, en el municipio de Sabanalarga, Antioquia”, expresó Martínez Cárdenas.
Agregó: “En mi caso, cuando escucho que una persona está pidiendo ayuda porque su familiar está en el río, comienzo a buscarlo por las orillas, por los arenales y las playas, hasta que se encuentra el cadáver y doy aviso a las autoridades, para que se instalen y puedan recuperar el cuerpo sin vida y le hagan el levantamiento”.
A pesar de tener 12 años dedicados a la administración del predio, asegura que nunca se confía del río, por muy tranquilo que parezca o su marea sea baja.
“Los charcos que son vistos con ojos para clavar o nadar por parte de los turistas, son los más peligrosos, porque estos pueden tener profundidades de 12 a 15 metros y los remolinos que produce son muy fuertes, halan a las personas hacia abajo y mueren ahogadas”, aseveró el mayordomo.
Además, aconsejó a los bañistas, turistas, residentes de los departamentos, areneros y campesinos, a no confiarse del “monstruo” silencioso.
Opinión experta
El ingeniero Fáber Mosquera, especialista en gestión del riesgo, coordinador del programa Prepare Eje Cafetero -para mejorar planes y políticas de gestión del riesgo- opinó sobre los riesgos y las posibilidades de aplicación de estudios en el lugar de los acontecimientos.
“Hay partes que son mucho más hondas y que el río tiene corrientes que pueden succionar a las personas, esto se da en ciertos momentos, los cuales pueden generar que los usuarios del afluente se sumerjan mucho más y pierdan la vida”, manifestó Mosquera.
Finalizó que se deberán realizar estudios topográficos, geográficos y hasta hídricos, para determinar el comportamiento en el sector donde el río De la Vieja, este año, ha cobrado la vida de 2 personas.
Finalmente, al retomar a Martínez Cárdenas, señaló que es muy importante que los bañistas o agricultores y mineros, que si van a estar en el río, no lo hagan bajo los efectos de bebidas embriagantes o estupefacientes.