No las olvidamos: las historias de 4 quindianas a quienes la violencia les truncó sus sueños

No las olvidamos: las historias de 4 quindianas a quienes la violencia les truncó sus sueños

Laura Juliana Jojoa Murillo, Dreisy Yamilé Henao Franco, Betty Vallejo Reyes y Yenny Karolay Nohava Forero.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, NUEVA CRÓNICA QUINDÍO buscó exaltar la memoria de mujeres quindianas que ya no están.

Este 8 de marzo se conmemora la lucha de la mujer ante las distintas violencias que sufren por su condición de género. Por esto, en esta edición especial se rememora a 4 mujeres cuya vida se vio trágicamente truncada: Laura Juliana Jojoa Murillo, que fue asesinada en 2018 tras un hurto en el almacén en el que trabajaba. Dreisy Yamilé Henao Francocuyo crimen, luego de 3 años, permanece en la impunidadBetty Vallejo Reyes, que fue asesinada en el barrio Los Quindos por su inquilina y Yenny Karolay Nohava Forero, la joven estudiante de derecho que hace un año fue asesinada una mañana de viernes en la que salió a pasear sus perros.
 

Laura Juliana Jojoa: un dolor que nunca cesará

El 9 de julio de 2018 la comunidad de Armenia se consternó tras el asesinato de la joven Laura Juliana Jojoa Murillo en el interior de un almacén de ropa de la carrera 14 entre calles 14 y 15Aunque el asesino está cumpliendo una pena de 23 añosel daño jamás podrá ser resarcido.  

Laura era la hija menor entre 4 hermanos. Su nacimiento fue una sorpresa para la familia, puesto que desde el ámbito médico ya habían tomado la decisión de no tener más hijos. A pesar de esto, su madre indicó que “ella llegó para ser la alegría de la casa”. 

Estudió en las Adoratrices, la Escuela Normal Superior del Quindío y en Fundanza. Blanca Nidia Murillo García, madre de la joven, afirmó que Laura se destacó mucho por ser buena estudiante, fue muy inteligente, sobresalía en todos los aspectos, le gustaba bailar, participaba en todo lo que había en el colegio. 

Al terminar su bachillerato realizó estudios en pedagogía infantil, sin embargo, mientras tomaba la decisión sobre su carrera profesional se dedicó a trabajar. “Antes de entrar a ese almacén de ropa estuvo transportando niños en una buseta escolar, pues decía que sentada no iba a lograr nada”.

A sus 16 años Laura Juliana le pidió permiso a su mamá para estar los fines de semana o en temporada en el almacén de ropa en el que trabajó durante 4 años.  

Blanca aseguró que su hija había tomado la decisión de estudiar trabajo social, pero no pasó. “La niña sacó muy buen puntaje y se enojó porque habían pasado personas con menor puntaje. Entendía que ellos tenían prioridad, pero estaba muy enojada por no poder entrar”. Sin embargo, tras una propuesta del dueño para ser la administradora del almacén, decidió quedarse allí 6 meses más y luego volver a intentar entrar a trabajo social

Desde aquella tarde de la muerte, su familia asegura no haber podido escuchar la música que le gustaba a Laura. Tampoco volvieron a celebrar cumpleaños ni festividades. Según su mamá, Laura decía que “todo había que celebrarlo como el último día, incluso el día que más festejaba era su propio cumpleaños. “Es que puede ser mi último cumpleaños”. Laura fue asesinada cuando recién había celebrado sus 21 años.  

Sus padres visitan sus restos cada 8 días. “Ese día no solamente murió Laura, ese día nos morimos todos. Acabó con los sueños de una familia, a nosotros la vida se nos volteó”. 

También aseguró que, a pesar de iniciar un proceso sicológico y siquiátrico con la Policía Nacional y con la Unidad de duelo de Jardines de Armenia, decidieron seguir llevando este suceso solos. “Tomamos la decisión no de superar, porque esto no se supera nunca, pero sí de avanzar, de saber que no hay opción, que por más que la lloremos ella no va a volver. Yo quiero que me recuerden a mi niña, que me la recuerden bien. Laura Juliana tenía muchos sueños, luchaba todos los días por ser mejor. El vacío que ella dejó es muy grande y el daño que ese señor nos hizo fue muy grande. Siempre lo dijimos, se muere quien se olvida y a Laura Juliana no la vamos a olvidar nunca”, dice Blanca Nidia.
 

Dreisy Yamilé Henao Franco: hija amorosa, madre alcahueta

Dreisy Yamilé Henao Franco fue encontrada muerta el 27 de febrero de 2020 en Alcalá, Valle del Cauca Era madre de 2 hijos y tenía solo 31 años. Al parecer, su pareja sentimental la asesinó luego de torturarla.  

Hoy en día, cuando el tiempo ha apaciguado el dolor, es recordada como una madre amorosa, bondadosa, alegre, recochera, noble, amplia, juiciosa y entregada a su familia. Según su sobrina, Astrid Natalia López Henao, era una mujer muy amable, tanto que se aprovechaban de ella.  

“Era la ‘ñaña’ de la familia, le encantaba salir a bailar con las primas más cercanas y verse muy bonita. Era muy vanidosa, se maquillaba, se pintaba las uñas constantemente”, relata. 

También la recuerda como una mamá alcahueta. “A la niña mayor le exigía ayuda con los quehaceres del hogar, pero con el niño pequeño era muy protectora, le hacía todo. Tenía su carácter, pero nunca reprendió a sus hijos, era muy relajada”. 

Tras el crimen, cuenta la familia, la vida de ambos niños se desmoronó, puesto que se quedaron sin padres y tuvieron que pasar a un nuevo hogar a cumplir nuevas reglas. 

“El niño al principio entró en un estado de negación, no quería estudiar, no quería hacer nada. La niña mayor era más allegada a la familia del papá, entonces se mantenía donde las tías. A él le dio muy duro, decía que de grande quería ser malo para cobrar lo que le hicieron a la mamá. Por eso la familia vio la necesidad de buscar ayuda sicológica, pero, gracias también al acompañamiento de todos, cambió su visión y entendió que la violencia solo genera más violencia”.  

Tras el crimen, la vida de la madre de Dreisy también cambió radicalmente. “Mi abuela se quedaba por semanas con ella, era su ‘ñaña’, la acompañaba a las citas, era muy entregada a ella”, relató Astrid.  

Desde que Dreisy era muy niña, su familia se instaló en Quimbaya, municipio donde vivió gran parte de sus 31 años. Allí estudió hasta noveno grado, cuando quedó embarazada por primera vez. A partir de ese momento se dedicó a cuidar de su maternidad y posteriormente de la crianza de su bebé. Aunque manifestó su deseo de terminar el bachillerato no tuvo la oportunidad de hacerlo, puesto que 2 años después tuvo a su segundo hijo. 

Astrid Natalia López Henao, la persona que ha llevado el caso tras el asesinato, dijo que se podía ver un patrón en las relaciones sentimentales de su tía. Con el esposo, el papá de los niños, se veían situaciones de manipulación por parte de él o comentarios como: “La mujer debe quedarse cuidando su hogar y no estar trabajando o estudiando de noche, porque eso lo hacen las mujeres de la calle”. 

No obstante, Dreisy tuvo diversos trabajos. Laboró administrando un billar y en una estación de gasolina con su esposo, hasta que se vio forzada a renunciar para cuidar a su suegra y a sus hijos. 

Tiempo después, su esposo falleció por un cáncer, esto hizo que la responsabilidad económica recayera sobre ella, pero también le permitió conocer a quien sería su última pareja sentimental, José Abel Marín Gómez.  

“Él, al principio, era muy detallista, pero después de un tiempo sacó las garras”, dijo la sobrina de Dreisy, al tiempo que recordó que Marín Gómez se empecinaba en llevarla a cuidar fincas, así fue que terminó en zona rural de Alcalá

No era una relación sana, incluso desde el lunes 24 de febrero del 2020, ella decidió regresar a vivir a Quimbaya porque ya no quería compartir más con él, pues, al parecer, había maltratos hacia su hijo menor y contra ella misma”, relató la sobrina. Lamentablemente, Dreisy jamás regresó. 

Gracias a la búsqueda de justicia, la familia se ha mantenido unida, pero hay momentos en que sienten ese vacío. El feminicidio marcó un antes y un después, llevar el caso por 3 años ha dejado una herida abierta que no les ha permitido realizar un duelo adecuado. 

Como familia esperamos justicia. Queremos recordarles a las mujeres que no se sientan solas, eso fue lo que hizo mi tía, sentirse sola, abrumada, ella nunca contó lo que le pasaba con este hombre, que la amenazaba, que el día antes la había querido maltratar. Quiero pedirles a todas que se cuiden y que todas estamos para todas”, agregó Astrid.
 

Betty Vallejo Reyes: un legado que vivirá por siempre

Zoraida Cubides Vallejo recuerda a su mamá, Betty Vallejo Reyes, como una ama de casa muy dedicada a su familia. “Vivió con nosotras hasta que cumplimos los 25 años, ya luego fue a cuidar de su mamá cerca del barrio Los Quindos, además, también ayudaba a los cuidados del único nieto que tenía”. 

Era una mujer tranquila y servicial, muy de su casa y muy de ambiente familiar, no se metía con nadie. 

“Como madre dejó muchos valores para nosotras, nos enseñó el valor de la constancia, de la honestidad, así mismo el valor de la verdad y nos inculcó también buenos modales”. 

Uno de los principios trascendentales que dejó Betty a sus hijas es la disciplina. Zoraida explicó que, de hecho, en la familia no había muchos profesionales, “pero por la disciplina que ella nos enseñó y el apoyo en todos los ámbitos, nosotras salimos adelante e hicimos una carrera universitaria”. 

Fue una madre ejemplar que ofreció todo de sí misma para la felicidad y desarrollo óptimo de sus hijas, pues las 2 hermanas que, por cierto, se llevan más de 3 años, actualmente tienen cargos profesionales, una en el interior de un hospital gracias a su carrera como administradora de empresas, y la otra como docente de inglés en la secundaria de una institución educativa. “En términos generales, ambas hemos aportado a la comunidad desde diferentes campos”

Hoy, tras los sucesos del 2020, solo confían en su núcleo familiar. “Estamos mi papá, mi hermana, mi sobrino y, por supuesto, yo, ya que no tenemos conexión con nadie más y creemos que por seguridad debido a lo que le pasó a mi mamá es mejor mantener distancias, así que preferimos compartir solo con nuestro núcleo familiar, amigos y compañeros de trabajo”.
 

Yenny Karolay Nohava Forero: quería ser abogada, amaba cantar

Lucelly Forero, tía de Yenny Karolay Nohava Forero, la describió como una joven con aspiraciones a la que, desde muy pequeña, le gustaba estudiar e incluso cuando llegaba del colegio lo primero que hacía era ponerse a hacer tareas. 

“Era una niña muy pila y juiciosa, estaba en séptimo semestre del programa de derecho en la universidad La Gran Colombia, escogió esta carrera porque le gustaba ayudar a los demás y quería seguir haciéndolo. Cuando llegaba a la casa decía: ‘llegó la futura abogada de la familia’, pero por injusticias de la vida no pudo cumplir su sueño”. 

Tras un año del crimen, relata que Yenny Karolay era espontánea, cariñosa y apasionada con todo lo que hacía. “Su hobby era cantar, en todas las fiestas cantaba y nos deleitaba con su hermosa voz”. 

Así mismo, Lucelly evoca a su sobrina como una mujer vanidosa, a la que le gustaba maquillarse y estar arreglada. “Tenía unas pestañas hermosas que se arreglaba muy bien, incluso se paraba a las 4 a. m. para maquillarse, sabiendo que entraba a su clase a las 7 a.m. Además, le gustaba estar en el gimnasio y tener su cuerpo bonito”. 

Cuenta que tenían una relación muy bonita. “No me quedan remordimientos porque yo le hacía saber que la amaba y ella me decía lo mismo a mí”, afirma la tía de Karolay, quien recuerda que desde muy temprana edad forjaron una fuerte conexión y luego de su pérdida, ahora es una fuente de apoyo para su otra sobrina, pues esta última había vivido sola con Karolay cerca de 2 años, luego de la partida de la madre de ambas hacia Chile. 

Actualmente la hermanita vive conmigo y está juiciosa estudiando en la universidad, aunque claramente el dolor tanto para la mamá como para ella ha sido muy duro porque es una pérdida muy grande”. 

Por otro lado, la madre de las niñas continuó con su vida en el exterior. “A ella le habría gustado vivir en Colombia, no obstante, sus deseos siempre fueron darle lo mejor a sus hijas y con su trabajo en el otro país pudo darle la universidad a Karolay”.

FUENTE lanuevacronicadelquindio.com