En medio de lágrimas, abrazos y una profunda emoción, se vivió este miércoles en Cali el esperado reencuentro entre Lyan José Hortúa y su madre, Angie Bonilla, tras 18 días de secuestro que mantuvieron en vilo a toda Colombia. El emotivo momento tuvo lugar en la Clínica Valle del Lili, donde Angie se encontraba hospitalizada por complicaciones de salud derivadas de la angustia que vivió durante el cautiverio de su hijo.
El niño de 11 años, que fue raptado el pasado 3 de mayo por hombres armados en zona rural de Jamundí, Valle del Cauca, fue entregado a una comisión humanitaria liderada por la Defensoría del Pueblo. Su regreso fue sellado con el abrazo más esperado: corrió hacia su madre en la habitación del centro médico y, entre sollozos, se fundieron en un encuentro que conmovió a millones.
“Gracias a Dios lo tengo en mis brazos”, se escuchó decir a Angie, visiblemente afectada pero aliviada al ver a su hijo sano. Las imágenes del reencuentro, difundidas por medios nacionales, muestran a Lyan corriendo hacia ella, como si el tiempo de cautiverio hubiera quedado atrás en un segundo.
El secuestro fue atribuido a la estructura Jaime Martínez de las disidencias de las FARC, liderada por alias “Iván Mordisco”. La presión de la ciudadanía, las marchas en Jamundí y el rechazo generalizado obligaron a sus captores a devolverlo con vida. Lyan, según sus familiares, padece una condición médica que requería atención urgente, lo cual aumentaba la preocupación por su integridad.
El caso de Lyan no solo expuso una vez más la barbarie del secuestro en Colombia, sino que despertó la voz unida de miles de personas que exigieron su liberación sin condiciones. Hoy, ese clamor encontró respuesta en un abrazo que no se olvida y en un mensaje que retumba: ningún niño merece vivir el horror de ser arrebatado de su hogar.
Las autoridades han reiterado que seguirán las investigaciones para capturar a los responsables y llevarlos ante la justicia. Mientras tanto, Lyan y su madre comienzan el largo camino de sanar, ahora unidos, después de una pesadilla que por fin terminó.
Fuente: Quindío Noticias